domingo, 8 de mayo de 2011

"Druidas", el espíritu del mundo celta.


UN LIBRO DIGNO DE ADMIRACIÓN: "DRUIDAS, EL ESPÍRITU DEL MUNDO CELTA", DE PETER BERRESFORD ELLIS.

Os recomiendo de una manera desbordada el libro del experto en el mundo celta, Peter Berresford, "Druidas, el espíritu del mundo celta".
Lo podéis encontrar fácilmente en vuestra librería favorita, ya que la última edición es de hace relativamente poco, quiero decir, del 2003. Es un libro bastante joven, pues la primera edición fue de 2001, de modo que en él vais a encontrar las interpretaciones históricas sobre el mundo celta más recientes.

El libro trata sobre los druidas en el mundo antiguo, dándonos argumentos muy convincentes, al menos en mi parecer, sobre la verdadera identidad de este grupo social tan misterioso.
Según Berresford Ellis los druidas eran una casta intelectual similar a los brahmanes de la India, que se dedicaba al estudio de la historia, la astronomía, la jurisdicción, el alquimismo, la magia, la poesía, la medicina... etc.

Nos habla de las fuentes principales de las que extraemos información sobre el antiguo mundo celta, desde filósofos griegos, pasando por el mismo César, por la escuela filosófica alejandrina de Egipto hasta las fuentes medievales de los siglo IX, X, XI y XII, sin dejar atrás las fuentes de la Edad Moderna ni la historiografía sobre el mundo celta de los tres últimos siglos.
Trata la identidad de los druidas en todas las disciplinas anteriormente dichas y nos habla a los más iniciáticos en esta disciplina de la historia, de la religión y las características culturales e históricas básicas de los celtas.

Nos da datos que nos desengañan de las malas interpretaciones que se le ha solido dar a esta antigua cultura, aportándonos datos realmente sorprendentes, como el hecho de que los médicos druidas hacían extirpaciones de cerebro a sus pacientes, que tras esto sobrevivían (se han encontrado cadáveres de la época con la cicatrización en el cráneo, lo que supone que sobrevivió a la operación), el papel tan activo que tenía la mujer celta, siendo incluso jurado y druidesa y dándonos hechos que nos hablan de como su papel fue decayendo a medida que los romanos y poco después el cristianismo fueron entrando en su sociedad, e imponiendo un patriarcado.

Nos habla, y esto es muy interesante e importante, de las mismas fuentes celtas, desmintiéndonos el mito de que los celtas no tenían conocimientos más complejos que los romanos, y que no tenían leyes escritas.
Es cierto, que hay muy poco escrito propio del mundo celta, pero en este fabuloso libro, el autor nos demuestra que no es así del todo. Sus escritos estaban en griego y en latín principalmente ya que había una ley druida que prohibía la escritura de su saber, ya que la palabra, como en tantas culturas, era considerada sagrada, y escribirla era implantar poder en el soporte, que podía ser mal utilizado; por eso en las escuelas de los druidas (que por supuesto las había) se practicaba mucho el uso de la memoria. Así por ejemplo se habla de historiadores druidas que debían conocer todas las historias y genealogías de memoria.

Igualmente, no quedan muchas fuentes escritas porque se perdieron con la invasión inglesa en Irlanda y con la Iglesia en la Edad Media y su manía por quemar lo que no le convenía.
Aun así, conocemos fuentes directas como el calendario de Coligni, que nos habla de un perfecto conocimiento de astronomía de los celtas.
Además de esto, nos da ejemplos de palabras irlandesas antiguas y sus raíces, comparándolas con otras palabras de lenguas o dialectos que tenían un origen común, como el sánscrito y otras más cercanas como el galés, el brehón o el manés.
De hecho, nos habla de la lengua y el alfabeto antiguo irlandés: el Ogham, creado según la mitología celta por el dios Ogma (nos recuerda al Thot egipcio que enseñó a los hombres la escritura).

Uno de los elementos que más impresiona al leer el libro es la religión celta, sinceramente una de las bellas que he leído. Realmente sorprendente, sus dioses, diosas y espíritus de la naturaleza nos transporta en su estudio a bosques de robles, grandes prados verdes, ríos salvajes silvestres... una delicia.
Con todo esto, es digno de nombras todas las similitudes del mundo indú y el celta. Nada más os hablo de figuras celtas en la misma postura de Buda, y su correspondencia con los mitos indúes.
Así por ejemplo en la traducción de nombres de diosas y dioses celtas vemos el mismo significado que de dioses y diosas indúes.
Todo ello, prueba de una origen común: la cultura indoeuropea.

Bueno, no os desvelo más de esta obra de arte de las ciencias históricas y solo os digo, que en este libro aprenderéis muchísimo y leeréis las palabras de un autor cuyos amplios y profundos conocimientos brillan en cada frase.

viernes, 6 de mayo de 2011

Un poco de botánica. LA LAVANDA.

De nombre científico general Lavandula , pertenece a la familia de las labiadas.
Nacen en las zonas de la cuenca mediterránea en lugares secos en la naturaleza calcárea a exposición soleada.
Esta planta que podemos encontrar fácilmente por primavera
en nuestros campos andaluces tienen numerosas propiedades entre las que destaré algunas:

-Es de uso relajante en baños (se usa para ello desde época romana).
-Ahuyenta a los insectos.
-Es aromatizante.
-Facilita el sueño.
-Es un calmante, perfecto para las quemaduras.
-Funciona como antiséptico.
-Es digestivo.
-Es un perfecto vulnerario.
-Remedio contra la caída del cabello.
-Buen remedio para combatir los virus del resfriado.

¿Cómo podemos hacernos un aceite esencial de lavanda?

1) Usamos aceites vegetales, tales como el de oliva, almendro o soja. Lo utilizamos como base y para macerar la flor.
Cuanto mejor sea la calidad del aceite, mejor será el resultado de la esencia.
2) Utilizamos una parte de flores con cuatro de aceite.
3)Mezclamos los ingredientes y lo colocamos en una cacerola pequeña, que pondrem
os al fuego de unas 4 a 8 horas.
También podemos cambiar este paso por meter la mezcla en un recipiente bien cerrado y colocarlo al aire libre en un sitio soleado durante unas dos semanas como mínimo.
4) Recuerda no usar metal, porque puede estropearnos la mezcla.
5) A los seis meses de haberlo creado empezará a descomponerse, digamos que es la fecha de caducidad.


Fuente: Elaboración propia a partir de;
www.botanical.com
www.otramedicina.com

jueves, 5 de mayo de 2011

Que viva el saber, pero ¿qué saber?

QUE VIVA EL SABER, PERO ¿QUÉ SABER?
¿Qué es el saber? ¿Qué lugar ocupa en nuestra especie, y concretamente en nuestra sociedad?
Suelo decir que el ser humano es la cabeza pensante de la naturaleza, donde ella se mira al espejo, pues a través de nuestras reflexiones se deducen los misterios que no dejan de ser secretos.
Pero, realmente pocos hay que se dediquen por naturaleza y en hecho, a la reflexión.


Muchos pueden tener títulos de carreras universitarias, calificaciones excelentes y puestos de trabajos prestigiosos en universidades... etc.
Pero la mayoría se engaña por ello, pues no llegan a entender que los títulos y la especialización en el conocimiento no es más que una adecuación de la institucionalización de los Estados sobre todas las cosas.
Con esto me refiero a que pretenden hacer del intelectual lo mismo que con el carpintero o el agricultor.
Estos dos últimos, cuyos trabajos son francamente admirables, trabajan sobre una categoría material, sobre un conocimiento específico y concreto.
Pero el intelectual, que dedica su vida a la reflexión versa sobre lo ideológico, ideático, sobre lo abstracto.
Y en lo abstracto todo está conectado con todo, pues no podemos pretender entender el árbol del saber conociendo solo una rama o una hoja.
A todo esto, invito a los que a la reflexión se quieran dedicar, que lo estudien y que lo reflexionen todo. Pues el espíritu del que aspira a sabio siente curiosidad por todo, y el que no, que se quite de ilusiones porque su alma no está hecha para ello.
Así distingo a artesanos de intelectuales. Los artesanos estudian y se especializan, siendo por cierto muy útiles, pero sin ser filósofos. Los intelectuales lo estudian y reflexionan todo, como ya he dicho, aunque claro, siempre conocerá más de unos temas que de otros, y siempre le apasionará más uno que otro, aunque siempre bajo el profundo interés. Y por supuesto, todo el mundo puede ser intelectual, y su valor no se limita a los que títulos y carreras tienen sino al que simplemente estudia y reflexiona.
Dedica su vida de una forma ordenada al conocimiento de todas las cosas, estudiando primero unas cosas y luego otras.
¿Qué de raro tiene así pues estudiar todas las posibles disciplinas? Como dice el padre de Pantagruel en la obra de Rebelais, hay que estudiarlo todo, versarse sobre todas las lenguas posibles, estudiar todas las ciencias.
Lo que yo completo diciendo que a todo aquello debemos sumar la humildad del verdadero estudioso. Como también decía Ptahotep, visir del rey Djedkare Izezi de la V dinastía egipcia, el sabio no presume de lo que sabe, y realmente así es.
Quien todo el día presume de ser algo, realmente significa que no lo es... y sin ánimo de ofender por ejemplo, no son los verdaderos ricos los que presumen de dinero sino los que quieren serlo y no pueden. Aquellos mismos que arruinan su existencia pagando préstamos para tener bienes que no pueden pagar.

Además de lo dicho, el sabio nunca traiciona su moral. Puede cambiarla por el transcurso natural de sus reflexiones, pero nunca rebajarse a alguien o algo de ideas contrarias a cambio de otros bienes ajenos al mismo saber, pues el mayor tesoro de un estudioso es su pensar. El sabio defenderá sus ideas aunque lo torturen y ejecuten, como tantos han hecho.
Un pensador no necesita de grandes lujos sino de buenos libros, no necesita de popularidad sino de buenos amigos, que suelen ser pocos.
Un pensador de verdad no accede al vicio, y no se reduce a las carencias de la decadente sociedad, si es que vive en una sociedad decadente.
Por muy difícil que sea, el estudioso recapacita y reacciona ante sus actos desvirtuados, para así hacerlos llegar por el recto camino.
No es que los que llamamos en este texto artesanos no tengan virtudes y deban faldear de lo que no son, por el contrario estas últimas premisas son universales.
Pero pongo especial énfasis en el pensador, porque es el que más suele desvirtuarse en este rumbo, pues muchos ineptos hay que hacen hincapié en lo mucho que saben o lo mucho que son, y luego lloran en casa a escondidas por no serlo realmente.

En definitiva, si nuestra alma está hecha para el estudio, callaremos, escucharemos, rebatiremos con humildad y respeto, estudiaremos de todo, lo exploraremos todo y lo pensaremos todo, y aunque nos equivoquemos, rectificaremos.

Como solía decir cuando era pequeña: Porque estudio lo que no pienso y pienso lo que no estudio.
Mucha suerte a todos mis queridos sabios. Recordad: este es vuestro templo y yo una sencilla servidora.

Fuente: elaboración propia.


domingo, 1 de mayo de 2011

EL PADRE UBACH: EL INDIANA JONES CATALÁN.


Bonaventura Ubach (1879-1960) es una de aquellas figuras que por sorpresa emergen a la palestra pública años después de sus logros personales o profesionales. Como si los astros se hubiesen puesto de acuerdo, se han alineado ahora para difundir la vida y obra de uno de los monjes de Montserrat más inquieto y activo de principios del siglo XX. No en vano hay voces que lo han bautizado como el Indiana Jones de Montserrat. Pero el benedictino fue mucho más que esto.

El padre Ubach, un experto orientalista, inició la Biblia de Montserrat, creó el Museo del Oriente Bíblico de la abadía y plantó la semilla de la primera escuela sólida del orientalismo antiguo en Catalunya. “Fue una persona emprendedora, innovadora, curiosa, aventurera, apasionada por el oriente bíblico”, lo define el padre Pius-Ramon Tragan, director del Scriptorium Orientale de Montserrat, discípulo y principal sucesor de su obra.

A la búsqueda del paisaje bíblico
El padre Ubach emprendió una serie de viajes para conocer de cerca el mundo del Oriente Antiguo. “Creía que la Biblia se podía entender teniendo en cuenta sus raíces”, explica el padre Pius. Con esta idea, recorrió el éxodo bíblico de Egipto hasta el Sinaí y de ahí hacia la tierra prometida. También siguió los pasos de sant Pablo por Turquía, Siria, Grecia, Creta…, descritos en el Nuevo Testamento.

Fuente: www.lavanguardia.es/

Igualmente decir que el padre Ubach tuvo contactos con la cultura yazidí, de religión preíslámica oriental. La principal ciudad santa de esta religión es Mosul en Irak. Sus raíces se remontan al 2000 a.C y su rasgo más llamativo es su concepto del bien y el mal y su adoración a la gran serpiente o pavo real; Melek Taus o Shaytan, que es como el corán llama al diablo. Afirman que la fuente del mal está en los corazones y los espíritus de los seres humanos.
Su libro de culto es el Kiteba Cilwe o libro de la revelación.

Obras: Aristóteles, Ética a Nicómaco.


En esta obra, el sabio estagirita escribe un tratado sobre la virtud y el vicio a su hijo Nicómaco.
Un libro sin tiempo, nos ayuda a profundizar en el significado del término medio o prudencia, la mayor de las virtudes.
Aristóteles nos habla de la generosidad, la justicia, la temperancia, la valentía, el placer, la magnificencia... etc frente a sus desvirtuaciones como la avaricia, la injusticia, la intemperancia, la incontinencia, el dolor, el abuso de las cosas... etc.
Todo ello acompañado de la ciencia más importante según el filósofo, la política, y del camino de la felicidad.
Nos habla de que las personas debemos realizar nuestros actos con fines en sí mismos, pues así encontraremos la misma felicidad, que no tiene fin en otra cosa más que en sí misma.
Con todo ello distingue los tipos de amistad, colocando en el punto más alto aquella que está basada en el máximo respeto y el amor al amigo por sí mismo, tal cual es.
Hay muchas cosas que reflexionar cuando leemos esta obra, y no solo eso, sino que como ética atemporal que es, nos ayuda a forjarnos a nosotros mismos.
Con todo ello Aristóteles nos da un amplio conjunto de ejemplos propios de su época y de su cultura, muy parecida a la nuestra.
En definitiva en Ética a Nicómaco, aprendemos que la felicidad radica en un comportamiento razonable y prudente, que nos lleva a realizar las cosas con temperancia y en su justa medida.
Nada en su abuso por mucho que nos gratifique nos hará el bien.
Otro aspecto a considerar es el hecho de que Aristóteles nos habla del estudio y de la vida contemplativa como un placer.
Esto es así en cuanto que el Ser Humano, bajo mi opinión, está completamente destinado a ello por su condición de ser racional y filosófico.
La reflexión y el estudio de todas las cosas en su aspecto etéreo, ideal (en sentido de idea o pensamiento), intelectual y científico (en sentido de scientia o conocimiento) nos hace sapiens y nos ayuda a vivir en paz con el mundo y con nosotros mismos.
Os recomiendo leer este clásico griego sin tiempo y deleitaros con su sabiduría.
Así mismo os recomiendo que seáis agua y que cuando leáis a cualquier autor clásico, tengáis en cuenta que estáis viajando en el tiempo y que las circunstancias son totalmente diferentes a las actuales. De modo que leamos como si fuéramos de la época para así poder entenderlo, olvidando así pues, el presentismo.
¡Ya sabéis, si no lo tenéis y si no os lo habéis leído, id a la biblioteca y leedlo!

Soy Sapiens y conozco las ciencias en las que verso, y aquellas que no sé, me dignifico a estudiarlas, así puedo decir que hago honor a mi especie.

viernes, 29 de abril de 2011

Biografías: Aristóteles.


ARISTÓTELES, EL GRAN SABIO ESTAGIRITA.


Aristóteles nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia cercana al monte Athos llamada Estagira, de donde proviene su sobrenombre, el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina y de ahí le vino su afición a la investigación experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual pudo mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.


En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio sistema filosófico fundándolo en una profunda critica al platónico. Ambos partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar su mundo eidético, el de las ideas, en el mundo real obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia», «esencia» y «forma» que le alejarían definitivamente de la Academia. En cambio es absolutamente falsa la leyenda según la cual Aristóteles se marchó de Atenas despechado porque Platón, a su muerte, designase a su sobrino Espeusipo para hacerse cargo de la Academia. En su condición de macedonio Aristóteles no era legalmente elegible para ese puesto.

Alejandro Magno en el horizonte

A la muerte de Platón, ocurrida en el 348, Aristóteles contaba treinta y seis años de edad, habla pasado veinte de ellos simultaneando la enseñanza con el estudio y se encontraba en Atenas, como suele decirse, sin oficio ni beneficio. Así que no debió de pensárselo mucho cuando supo que Hermias de Atarneo, un soldado de fortuna griego (por más detalles, eunuco) que se habla apoderado del sector noroeste de Asia Menor, estaba reuniendo en la ciudad de Axos a cuantos discípulos de la Academia quisieran colaborar con él en la helenización de sus dominios. Aristóteles se instaló en Axos en compañía de Xenócrates de Calcedonia, un colega académico, y de Teofrasto, discípulo y futuro heredero del legado aristotélico.

El Estagirita pasaría allí tres años apacibles y fructíferos, dedicándose a la enseñanza, a la escritura (gran parte de su Política la redactó allí) y a la reproducción, ya que primero se casó con una sobrina de Hermias llamada Pitias, con la que tuvo una hija. Pitias debió de morir muy poco después y Aristóteles se unió a otra estagirita, de nombre Erpilis, que le dio un hijo, Nicómaco, al que dedicaría su Ética. Dado que el propio Aristóteles dejó escrito que el varón debe casarse a los treinta y siete años y la mujer a los dieciocho, resulta fácil deducir qué edades debían tener una y otra cuando se unió a ellas.

Tras el asesinato de Hermias, en el 345, Aristóteles se instaló en Mitilene (isla de Lesbos), dedicándose, en compañía de Teofrasto, al estudio de la biología. Dos años más tarde, en el 343, fue contratado por Filipo de Macedonia para que se hiciese cargo de la educación de su hijo Alejandro, a la sazón de trece años de edad. Tampoco se sabe mucho de la relación entre ambos, ya que las leyendas y las falsificaciones han borrado todo rastro de verdad. Pero de ser cierto el carácter que sus contemporáneos atribuyen a Alejandro (al que tachan unánimemente de arrogante, bebedor, cruel, vengativo e ignorante), no se advierte rasgo alguno de la influencia que Aristóteles pudo ejercer sobre él. Como tampoco se advierte la influencia de Alejandro sobre su maestro en el terreno político, pues Aristóteles seguía predicando la superioridad de las ciudades estado cuando su presunto discípulo estaba poniendo ya las bases de un imperio universal sin el que, al decir de los historiadores, la civilización helénica hubiera sucumbido mucho antes.

La vuelta a casa

Poco después de la muerte de Filipo, Alejandro hizo ejecutar a un sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor. Conociendo el carácter vengativo de su discípulo, Aristóteles se refugió un año en sus propiedades de Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para fundar, siempre en compañía de Teofrasto, el Liceo, una institución pedagógica que durante años habría de competir con la Academia platónica, dirigida en ese momento por su viejo camarada Xenócrates de Calcedonia.

Los once años que median entre su regreso a Atenas y la muerte de Alejandro, en el 323, fueron aprovechados por Aristóteles para llevar a cabo una profunda revisión de una obra que, al decir de Hegel, constituye el fundamento de todas las ciencias. Para decirlo de la forma más sucinta posible, Aristóteles fue un prodigioso sintetizador del saber, tan atento a las generalizaciones que constituyen la ciencia como a las diferencias que no sólo distinguen a los individuos entre sí, sino que impiden la reducción de los grandes géneros de fenómenos y las ciencias que los estudian. Como él mismo dice, los seres pueden ser móviles e inmóviles, y al mismo tiempo separados (de la materia) o no separados. La ciencia que estudia los seres móviles y no separados es la física; la de los seres inmóviles y no separados es la matemática, y la de los seres inmóviles y separados, la teología.


La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso esperar dos mil años para que surgiese alguien de talla parecida. Y durante ese período su autoridad llegó a quedar tan establecida e incuestionada como la que ejercía la Iglesia, y tanto en la ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual ha tenido que empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos aristotélicos.

Sin embargo, el camino seguido por el pensamiento de Aristóteles hasta alcanzar su actual preeminencia es tan asombroso que, aun descontando lo que la leyenda haya podido añadir, parece un argumento de novela de aventuras.

La aventura de los manuscritos

Con la muerte de Alejandro, en el 323, se extendió en Atenas una oleada de nacionalismo (antimacedonio) desencadenado por Demóstenes, hecho que le supuso a Aristóteles enfrentarse a una acusación de impiedad. No estando en su ánimo repetir la aventura de Sócrates, Aristóteles se exilió a la isla de Chalcis, donde murió en el 322. Según la tradición, Aristóteles le cedió sus obras a Teofrasto, el cual se las cedió a su vez a Neleo, quien las envió a casa de sus padres en Esquepsis sólidamente embaladas en cajas y con la orden de que las escondiesen en una cueva para evitar que fuesen requisadas con destino a la biblioteca de Pérgamo.

Muchos años después, los herederos de Neleo se las vendieron a Apelicón de Teos, un filósofo que se las llevó consigo a Atenas. En el 86 a.C., en plena ocupación romana, Sila se enteró de la existencia de esas cajas y las requisó para enviarlas a Roma, donde fueron compradas por Tiranión el Gramático. De mano en mano, esas obras fueron sufriendo sucesivos deterioros hasta que, en el año 60 a.C., fueron adquiridas por Andrónico de Rodas, el último responsable del Liceo, quien procedió a su edición definitiva. A él se debe, por ejemplo, la invención del término «metafísica», título bajo el que se agrupan los libros VII, VIII y IX y que significa, sencillamente, que salen a continuación de la física.

Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XIII, fueron recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias, árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se han salvado 30, que vienen a ocupar unas 2.000 páginas impresas. La mayoría de ellas proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados como tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, todas las obras publicadas en vida del propio Aristóteles, escritas para el público general en forma de diálogos, se han perdido.


Fuente: www.biografiasyvidas.com

miércoles, 27 de abril de 2011

ROBERT LOUIS STEVENSON

(Edimburgo, 1850-Vailima Upolu, Samoa Occidental, 1894) Escritor escocés. En la tumba de Stevenson, en una lejana isla de los mares del Sur a la que se retiró por motiv

os de salud, figura grabado el apodo que le dieron los samoanos: Tusitala, que en español significaría «el contador de historias». En efecto, la literatura de Stevenson es uno de los más claros ejemplos de la novela-narración, el «romance» por excelencia.
Hijo de un ingeniero, se licenció en derecho en la Universidad de Edimburgo, aunque nunca ejerció la abogacía. En busca de un clima favorable para sus delicados pulmones, viajó continuamente, y sus primeros libros son descripciones de algunos de estos viajes (Viaje en burro por las Cevennes).

En un desplazamiento a California conoció a Fanny Osbourne, una dama estadounidense divorciada diez años mayor que él, con quien contrajo matrimonio en 1879. Por entonces se dio a conocer como novelista con La isla del tesoro (1883). Posteriormente pasó una temporada en Suiza y en la Riviera francesa, antes de regresar al Reino Unido en 1884.

La estancia en su patria, que se prolongó hasta 1887, coincidió con la publicación de dos de sus novelas de aventuras más populares, La flecha negra y Raptado, así como su relato El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886), una obra maestra del terror fantástico.
En 1888 inició con su esposa un crucero de placer por el sur del Pacífico que los condujo hasta las islas Samoa. Y allí viviría hasta su muerte, venerado por los nativos. Entre sus últimas obras están El señor de Ballantrae, El náufrago, Cariona y la novela póstuma e inacabada El dique de Hermiston.

Su popularidad como escritor se basó fundamentalmente en los emocionantes argumentos de sus novelas fantásticas y de aventuras, en las que siempre aparecen contrapuestos el bien y el mal, a modo de alegoría moral que se sirve del misterio y la aventura. Cantor del coraje y la alegría, dejó una vasta obra llena de encanto, con títulos inolvidables.

( www.biografiasyvidas.com )

La Isla del Tesoro es uno de mis libros favoritos, leerlo en verano y en la playa, como lo hice yo, estimula la imaginación y nos transporta verdaderamente a los mares del Sur.